El Papa Francisco dijo una vez, antes de hacer su oración por la sanación: “tomando la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado”. Esto significa “entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad, de la participación”. Recordó a sus filigreses el poder de las manos de Cristo sanador, y cómo se relaciona a la multiplicación de los panes ante la gran multitud que una vez rodeó a Jesús. “En Él actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y del espíritu”, añadió.
“Pero Jesús no es sólo sanador, es también maestro: en efecto sube al monte y se sienta, en la típica actitud del maestro cuando enseña: sube sobre aquella ‘cátedra’ natural creada por su Padre celestial. Llegado a este punto, Jesús, que sabe bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus discípulos”.
El Pontífice aclaró que “los discípulos razonan en términos de ‘mercado’, pero Jesús, a la lógica del comprar sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar”.
El amor de Jesús por la humanidad es sanador. Si nos abrimos a recibir el amor de Cristo, recibiremos el amor de Dios y sanaremos nuestro espíritu y las almas de los que nos rodean.
“Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar”.
— Mateo 10,8
Oración por la Sanación
Señor del cielo y de la tierra,
Algo está desatado en este mundo.
Lo llamamos enfermedad, un mal,
que nos separa de nuestros seres queridos,
que nos desafía a medida que intentamos vivir nuestras vidas plenamente,
que nos hace sufrir profundamente y sentirnos abandonados.
Pero algo más se está suscitando en tu mundo,
moviéndose en los corazones de todos los que te invocan.
En la compasión de tu pueblo están las manos de Cristo el sanador.
Y es más grande.
Enséñanos a buscar a los que sufren entre nosotros.
Ayúdanos a afirmar su dignidad,
a elevarlos con el cuidado,
a tomar la cruz de su sufrimiento.
Danos poder en tu gracia para ser sanadores.
Ante toda la oscuridad,
los reclamos llamados sida, malaria, cólera, zika, tifus y ébola
desafiando toda plaga y cáncer,
permítenos ser tu poder sanador:
más poderoso que la cabeza de la serpiente en el desierto,
más purificador que el bálsamo en Galaad,
más fuerte aún que el poder que fluyó del dobladillo de tu prenda.
Empodera a tu Iglesia para que sea tus manos sanadoras, tocando cada rincón de este mundo.
Para que podamos decir a tu pueblo: “han sido sanados”.
Amén
Fuente: ACI Prensa
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