El amor impulsa a las madres a lanzarse a realizar casi cualquier cosa por sus hijos y Nelly Aguilar Martínez es un ejemplo vivo de ello. Su prueba está cuando esta mujer de 37 años estuvo dispuesta a irse a trabajar como agricultora migrante en las pocas tierras que les tocaron cuando su esposo falleció, solo con el firme propósito de poder mantener a sus cinco hijos.
Fue en estas circunstancias en que Nelly se sometió sin reparos al trabajo duro durante jornadas muy largas y con un salario mísero. Apenas le pagaban tres dólares por día, la mitad de lo que gana un hombre en este tipo de trabajo. No obstante, Nelly siguió trabajando fuerte mientras la familia sobrevivía comiendo maíz y los frijoles que cultivaba.
Pero además de tener valor y entereza, Nelly también es muy creativa. De esta forma comenzó a ganar un dinerito extra vendiendo taro, un tubérculo que cultivaba en su propia casa localizada en El Ciprés, municipio de Opatoro, en el departamento de La Paz, en la zona occidental de Honduras. Así pudo juntar esta ganancia con su salario con lo que pudo comprar otros productos básicos como azúcar y huevo.
El sacrificio era enorme. Nelly a duras penas lograba mantener a flote su familia a pesar del enorme esfuerzo que hacía día tras día. Afortunadamente todo cambió cuando en marzo de 2021 escuchó sobre el proyecto RAÍCES el cual le cambió su vida para siempre.
Este proyecto, respaldado por Catholic Relief Service (CRS) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) busca generar la resiliencia comunitaria y mejorar la seguridad alimentaria de los hogares mediante la promoción de prácticas agrícolas y mejor uso del agua. Además, el proyecto le daría apoyo financiero con préstamos para que las familias puedan acumular ahorros y acceder al crédito cuando más lo necesiten.
Esto resultó ser una gran oportunidad para Nelly puesto que mediante este proyecto recibiría las ayudas pertinentes para mejorar sus cultivos al tiempo que contaría con las capacitaciones que la orientarían a expandir sus negocios y aumentar sus ganancias.
Al principio, Nelly cargaba varias preocupaciones para unirse al proyecto puesto que, como mujer, no estaba acostumbrada a que la invitaran a unirse a un grupo en particular. Además, creía que no tendría tiempo ante el mucho trabajo que tenía tanto en su casa y en las parcelas de otras personas.
“Nunca había participado en grupos agrícolas y mucho menos en grupos de ahorro, pero en la convocatoria que le hicieron a la comunidad explicaron que todos teníamos las mismas oportunidades, así como los mismos derechos, entonces eso despertó mi interés”, expresó.
Una vez fue conociendo el programa, Nelly se percató de que otras mujeres se unieron a los grupos de ahorro y así fue como pasó a formar parte del grupo llamado “El Ciprés” compuesto por 24 miembros. El grupo se convirtió como en una segunda familia para Nelly pues se cuidaban todos entre sí.
“Nosotras (las mujeres) también estamos en el grupo de agricultores para personas que cultivan en parcelas individuales y como parte de un colectivo de taro. A veces, es un proceso de aprendizaje lento y olvido algunas de las cosas que me enseña el técnico, pero los hombres de mi grupo de ahorro siempre están ahí para explicarme las cosas y recordarme lo que tengo que hacer en mi parcela”, indicó Nelly quien no comprendía bien el tema del ahorro.
Y es que desde niña había aprendido que solo las personas con dinero podían ahorrar. Pero esa creencia cambió para siempre cuando Nelly logró juntar sus primeros ahorros gracias a las orientaciones grupales en las que participó.
Con el dinero ahorrado la joven madre quiso invertir en cerdos puesto que entendía que estos animales no son demasiado costosos de mantener y no requieren mucha atención. Además, sabía que existía un grupo de mujeres en su comunidad que vendía tamales de puerco por lo que pensó que le comprarían la carne de cerdo.
Y así fue. Nelly vendió su primer cerdo y logró una ganancia de unos $80 dólares con los que luego invirtió en más cerdos. Luego, con las ganancias que fue acumulando, también pudo reemplazar su casa de adobe (tipo de ladrillo) por una casa de madera más sólida y con techo de zinc.
Más adelante Nelly además pudo mejorar la dieta de maíz y frijoles en su hogar añadiendo otros alimentos como pasta, manteca de cerdo y café. Además, también pudo comprar medicinas cuando uno de sus hijos se enfermó.
Esta experiencia de poder cubrir gastos médicos inesperados dejó a Nelly con la confianza que necesitaba para ahorrar y poder tener para su futuro o para cuando aparecieran otras emergencias. De hecho, ahora planea invertir en gallinas y cerdos al tiempo que cultiva maíz, frijol y malangas.
Hoy en día esta madre luchadora se siente muy orgullosa de los logros que alcanzó durante este último año y medio por lo que siente el estímulo de exhortar a otras mujeres que luchan por cuidar de sus familias.
“Mi consejo a todas las mujeres es que primero debemos confiar nuestros proyectos a nuestro Padre celestial, que es quien nos dará la fuerza y el coraje para seguir adelante, y además por creer en nosotras mismas, que todo lo que nos propongamos con fe se cumplirá”, sostuvo esta emprendedora mujer.
¡Gracias RAICES, CRS y USAID por sembrar esperanza en mi familia!”, afirmó Nelly quien seguirá trabajando fuerte para mantener a sus hijos pues anhela que todos logren estudiar y formarse bien para el futuro.