En la desértica región de la Mixteca Alta en Oaxaca, México, existe un oasis que inspira vida y esperanza. Un rincón verde y frondoso que resalta de manera sorprendente en las extensas áreas de tierra erosionada que lo rodean.
En este lugar reside Alfredo Cortés, un joven mixteco de 30 años, que ha dedicado toda su vida a cultivar la tierra en una zona donde hoy los impactos del cambio climático son cada vez más severos para la agricultura.
Este oasis no existe por casualidad, sino como resultado del esfuerzo incansable de sus padres, quienes luego de décadas de arduo trabajo, lograron transformar esta parcela en un terreno fértil y productivo para asegurar la alimentación de sus hijos.
La tierra de la familia de Alfredo solía ser muy seca y llena de barrancas. La adquirió su padre y poco a poco su mamá la fue llenando de árboles y plantas.
El padre la abonaba con desechos de gallina y borrego, y construía obras para detener la erosión. Así, los suelos áridos se convirtieron en un gran huerto en el que cosecharon variedad de cultivos, que fueron su sustento familiar durante años.
Sin embargo, las drásticas variaciones del clima que hoy presenta Oaxaca han comenzado a amenazar este legado familiar. Los largos periodos de sequía son cada vez más frecuentes, algo que impacta la productividad agrícola.
“Las lluvias duraban de mayo hasta noviembre. Ahora ya no… solo han caído dos lluvias apenas y la milpa ya se estaba muriendo”, explica Alfredo con evidente preocupación.
Debido a la sequía de este año, Alfredo perdió dos tercios de las cosechas que solía recoger, lo cual no es solo un golpe devastador para sus ingresos, sino también una amenaza para la seguridad alimentaria de su familia.
A esto se suman las heladas tempranas, que también se han vuelto un problema crítico para los agricultores porque dañan las cosechas.
“Ha pegado la helada aquí y no hemos cosechado nada, y carecemos de alimentos. Teníamos que batallar para conseguir el maíz, más que nada para las tortillas que es lo básico que se come aquí”, comenta.
Las malas cosechas han intensificado la migración en su comunidad hacia las ciudades y a los Estados Unidos. Incluso él una vez probó suerte en la ciudad, pero no le gustó y se regresó. Decidió quedarse porque ama la tierra y aún tiene la esperanza de que ésta es una buena forma de vida.
“Sigo trabajando y echándole más ganas para seguir cultivando. También vamos innovando, porque con el cambio climático necesitamos innovar”, dice.
Adaptándose al clima para poder comer
Ante la amenaza de escasez de comida en una región donde, según estadísticas del gobierno mexicano, el 22.5% de la población carece de acceso a una alimentación nutritiva, Alfredo se ha dado a la tarea de construir un reservorio de 20 mil litros de agua para criar peces y diversificar así sus fuentes de alimento.
También decidió unirse al programa de Agua y Suelo para la Agricultura (ASA) de Catholic Relief Services, donde conoció las prácticas sostenibles de agricultura y conservación, que permiten que los cultivos sean más resistentes a eventos climáticos extremos y, al mismo tiempo, proteger la naturaleza.
Desde entonces, junto a otros agricultores, ha recibido capacitación y apoyo técnico para implementar técnicas como la cobertura del suelo con rastrojo para conservar su humedad, la siembra de árboles y la aplicación de abonos orgánicos.
Los resultados ya empiezan a verse y por eso se ha dado a la tarea de convencer a otros agricultores de implementar estas mismas prácticas.
De esta manera, Alfredo facilita la adaptación de su comunidad al cambio climático y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, que pueden restaurar los suelos de los que, por generaciones, se ha alimentado el pueblo mixteco.
Inspirados por su liderazgo ambiental y el legado de su familia, te invitamos a apoyar nuestros esfuerzos para ayudar a quienes pierden sus cosechas y enfrentan el hambre debido a la crisis climática.