Maydeline Díaz creció en Soyapango, un municipio cercano a la capital de El Salvador, donde la pobreza y el desempleo impactan especialmente a la juventud. Hasta hace poco, este lugar también fue afectado por la violencia de las pandillas, lo que llevó a que muchos jóvenes fueran estigmatizados y discriminados. A pesar de sus talentos y aspiraciones, el simple hecho de vivir allí era motivo de desconfianza y temor a la hora de ser contratados.
Pese a estas circunstancias y decidida a triunfar, Maydeline empezó a trabajar para alcanzar sus sueños y decidió unirse al programa Conexión Profesional de Catholic Relief Services (CRS) y su socio Fundación Salvador del Mundo (FUSALMO), una iniciativa que busca desarrollar en los jóvenes las habilidades que los empleadores necesitan para facilitar su acceso a empleos de calidad y alejarlos de la informalidad.
El camino de desarrollo profesional de Maydeline comenzó con la obtención de una beca para realizar los cursos de inglés de FUSALMO y participar en su proceso de intermediación laboral, el cual facilita a los jóvenes la creación de conexiones profesionales y su ingreso al mercado laboral. Gracias a esta formación, Maydeline logró adquirir habilidades técnicas y de liderazgo fundamentales para encontrar un empleo.
Como madre y cabeza de familia de un niño de ocho años, además de estudiante de la carrera de Administración de Empresas, Maydeline enfrentó retos aún mayores. Pero con firmeza y determinación siguió adelante y logró equilibrar hábilmente sus roles de madre y estudiante, mientras se preparaba para encontrar una oportunidad de empleo.
“Yo animo a los jóvenes a que sigan cultivando, que sigan estudiando. Si algo les apasiona, que sigan día a día trabajando y continúen tocando puertas, pidiéndole a Dios siempre para que todo eso que quieran realizar se los conceda”, afirma Maydeline.
Y es que para muchos jóvenes de El Salvador, especialmente para aquellos que viven en comunidades vulnerables, encontrar un empleo de calidad es un verdadero reto. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el país centroamericano 7 de cada 10 personas tiene un empleo informal, una situación que tiende a agudizarse entre las mujeres y la juventud.
El paso de Maydeline por el programa de Conexión Profesional fue importante para su crecimiento. Al culminar su formación, aplicó a una oportunidad de empleo como asistente administrativa en FUSALMO y fue seleccionada. De esta manera, logró conseguir su primer trabajo y empezar a tener experiencia profesional.
Mientras se desempeñaba en su nuevo rol, se enteró de que una pizzería de un centro comercial en Soyapango estaba reclutando una gerente administrativa. Reconociendo que ésta era una nueva oportunidad para avanzar en su carrera, decidió postularse.
Gracias a la formación adquirida en FUSALMO y a su carrera universitaria en curso, Maydeline fue seleccionada para el empleo. Hoy en día, desempeña esta posición con éxito, supervisando al personal y gestionando las operaciones del negocio.
“Cuando me dijeron que yo tenía el puesto me sentí la mujer más feliz, me sentía una persona bien realizada. Uno tiene que ir viendo más allá, derribar los límites y superarse día a día”, explica.
Sin embargo, las aspiraciones de esta joven luchadora no se detienen aquí. Hace un año se graduó y con su título universitario en mano, ahora planea estudiar una maestría en mercadeo digital y crear una empresa. Su visión no solo incluye su propio crecimiento, sino también cómo generar empleos para que otros jóvenes como ella puedan surgir.
“Me gradué y fue uno de los grandes retos, porque es difícil llevar la casa, mi hijo, el trabajo, el estudio. Pero cuando logré egresar, me desafié a mí misma como mujer. Pude lograr todas mis metas y yo sé que todavía me faltan alcanzar más”, dice.
Al igual que Maydeline, más de 140 jóvenes salvadoreños han recibido la formación del programa Conexión Profesional. Todos lograron desarrollar habilidades para un trabajo y la mitad de ellos consiguieron empleo de calidad con salarios que superan el ingreso mínimo establecido.
La experiencia de estos jóvenes nos demuestra que la pobreza y el desempleo juvenil son barreras que se pueden derribar. Cuando la juventud encuentra espacios propicios para formarse en las habilidades que el mercado laboral necesita, tienen mejores oportunidades para crear un futuro próspero y contribuir, con su talento y liderazgo, al desarrollo de un país.