Revisa las etiquetas de tu ropa. Fíjate de dónde provienen tus plátanos o la bolsa de lentejas que compraste. Lo más probable es que en tu hogar tengas algún producto de Bangladesh, un país del sur de Asia con grandes industrias textiles y agrícolas. De hecho, casi la mitad de su población trabaja en el sector agrícola, la mayoría como pequeños agricultores.
Situado en la Bahía de Bengala junto a la India, Bangladesh es uno de los países del mundo con mayor densidad de población. Cuenta con una gran cantidad de ríos y arroyos, árboles de mango y bambú y una variedad de vida silvestre, como el tigre de Bengala.
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La agricultura como fuente de alimentos e ingresos
Shahadat Hossain tiene 22 años y nació en Manpura, una isla en Bangladesh. Vive con su esposa, sus padres y sus dos hermanos. A él le gusta estar con sus amigos y estudiar para sus clases universitarias pero también pasa mucho tiempo en su huerto de verduras.
El papá de Shahadat trabajaba como conductor de motocicletas y se esforzaba cada día para llevar el sustento a casa. Sin embargo, la educación de sus hijos, la comida, la vivienda y otras necesidades básicas del hogar, estaban en riesgo. Shahadat decidió entonces comenzar a cultivar y vender verduras para ayudar con los gastos.
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Las inundaciones en Bangladesh acentúan la inseguridad alimentaria
Cada año, Bangladesh tiene una temporada intensa de fuertes vientos llamados monzones. Estos vientos, junto con las lluvias y las altas temperaturas, causan inundaciones y destruyen granjas y cultivos. Como la casa de Shahadat está en una tierra baja, es común que se inunde de manera desastrosa. Puesto que los monzones son cada vez más frecuentes y severos, es más difícil tener buenas cosechas y alimentar a la familia. El hambre y la desnutrición son ahora una amenaza real.
Ayuda a las familias afectadas
A pesar de estos desafíos, Shahadat no se dio por vencido. Encontró una solución en un proyecto de Catholic Relief Services que ayuda a las familias a reducir los daños causados por los desastres naturales. Por ejemplo, Shahadat aprendió cómo poner sus plantas en camas elevadas para protegerlas de las inundaciones. También aprendió a hacer fertilizantes orgánicos y cómo usarlos para tener mejores cultivos. Ahora él utiliza estas nuevas habilidades y técnicas para cultivar frijoles, calabazas, berenjenas, chiles verdes y tomates. Con tanta variedad de verduras, proporcionar alimentos nutritivos para su familia y comunidad ya no es un problema.
“Antes del entrenamiento de CRS, la desesperación en mi vida era inmensa”, cuenta Shahadat. “El cultivo costaba mucho dinero, y estábamos en un estado de pérdida mental, física y financiera todo el tiempo. Con la capacitación de CRS, mi familia puede cultivar verduras con menos dinero. Las verduras que vendo en el mercado me ayudan a mantener financieramente a mi familia.”