Carlos Zamora
Oración a San Judas Tadeo
Cuando estaba en tercer grado, Carlos Zamora escuchó los beats del hiphop por primera vez. Un día, su hermano mayor regresó a casa con el álbum de Run-D.M.C., una popular agrupación de este género urbano. Carlos lo escuchó y, desde entonces, aquel ritmo se quedó grabado en su cabeza.
Era la década de los ochenta y el hiphop comenzaba a dominar las listas de éxitos de las emisoras de radio: "Recuerdo haberlo escuchado y sentirme inmediatamente atraído, amando esta música. Casi de inmediato, empecé a escribir mis propias letras", dice Carlos.
Oración a San Judas Tadeo
Sin saberlo, su talento musical comenzaba a manifestarse. Al principio, con la creación de composiciones simples que interpretaba en fiestas junto a sus amigos y, años después, tras un profundo proceso de conversión, como un reconocido intérprete de hiphop católico, dedicado a la evangelización de la juventud.
Carlos nació y creció en Fort Worth, Texas, en una familia de fe y fuerte herencia mexicana. Sin embargo, también creció en una época en la que la ciudad experimentaba altos niveles de violencia debido a las pandillas. En ese contexto vivió su adolescencia y, como otros jóvenes de su generación, a sus 12 años terminó involucrándose con pandillas y drogas.
Con el tiempo, y bajo el nombre artístico C2Six, continuó componiendo y cantando como músico profesional, pero esta vez con letras inspiradas en sus vivencias al relacionarse con pandilleros. “Comencé a escribir y grabar Gangsta rap hasta llegar a vender más de 100 mil álbumes y compartir escenario con importantes agrupaciones”, afirma.
El Gansta rap es un subgénero del hiphop que destaca en sus letras el estilo de vida de las pandillas y la violencia en las calles. En los noventa, se convirtió en el estilo predominante de los artistas hiphop. Muy dentro de sí, Carlos siempre se cuestionaba sus acciones. A pesar de su éxito, sentía que algo no estaba en su lugar. Hasta que un día, durante uno de sus conciertos, al ver que su audiencia eran 1 500 jóvenes de secundaria, alcanzó un punto de quiebre. Este descubrimiento lo impactó profundamente al reconocer el efecto que sus canciones podrían tener en ellos.
Después de reclamar a los organizadores por contratarlo para esa audiencia, Carlos lloró detrás del escenario. Fue en ese justo momento que inició su encuentro con Dios y su convencimiento de que tenía que dejar el Gangsta rap atrás.
Desde entonces, comenzó su travesía de vuelta al catolicismo y decidió hacer de su talento una forma de llevar la palabra de Dios a la juventud. Su fe renovada dio paso a una nueva y poderosa expresión artística que hoy resuena con muchos.
Sus vivencias como joven y su talento como artista de hiphop también lo han motivado a trabajar con jóvenes en riesgo, incluyendo a miembros de pandillas. Colabora con organizaciones que apoyan a la juventud como voluntario, conferencista y músico católico. Carlos está convencido de que ningún hijo de Dios es una causa perdida.
“Podemos desviarnos en algún momento de nuestra fe, pero nunca estamos fuera del alcance de Dios. Nadie es una causa perdida y Dios está siempre ahí, esperándonos pacientemente con los brazos abiertos”, dice.
Carlos se ha presentado en dos Jornadas Mundiales de la Juventud del Papa Francisco, la de Brasil 2013 y Panamá 2019. En esta última llevó su hiphop a 650 000 jóvenes, una audiencia cercana a la de conciertos multitudinarios como Woodstock y Rock en Río
Desde sus inicios hasta su éxito como artista de hiphop católico, la gracia de Dios siempre lo ha acompañado, incluso en los momentos de mayor oscuridad. Hoy, esa misma gracia está presente en sus beats y las letras de sus canciones, las cuales escribe para decirle a los jóvenes que siempre hay esperanza.