La ayuda exterior salva vidas. El Gobierno ha propuesto recortes importantes —hasta un 31 por ciento— a la ayuda internacional centrada en la pobreza. Esta ayuda representa sólo el uno por ciento del presupuesto de nuestro país, sin embargo, hace mucho bien.
La ayuda exterior ayuda a combatir el sida y otras enfermedades como el ébola. Se utiliza para responder a los desastres en algunos de los países más pobres del mundo. La ayuda a los refugiados da esperanza a los desplazados del mundo. La ayuda alimentaria está llegando a las personas vulnerables en Sudán del Sur y otros países afectados por una crisis de hambre. La ayuda internacional alimenta, educa y mantiene a los niños saludables.
A continuación se presentan cinco maneras en que la ayuda exterior de los Estados Unidos hace un mundo de bien.
Alimentando a los que sufren de hambre durante una crisis
Sudán del Sur
Dato relevante: Más de 120,000 personas recibieron ayuda alimentaria
Foto de Nancy McNally/CRS
Sudán del Sur ha sido un país independiente por menos de seis años, pero el conflicto constante durante ese tiempo ha provocado la escasez de alimentos, ya que los agricultores tienen demasiado miedo para trabajar sus campos. La hambruna fue declarada en partes de Sudán del Sur en febrero de 2017, y el hambre severa se está extendiendo por todo el país. En el estado de Jonglei, las familias sobreviven recolectando frutas silvestres, como semillas de lirio, semillas de palma y raíces. Para la mayoría de la gente, esta es su única comida diaria.
Es por eso que el Programa de Resiliencia y Seguridad Alimentaria (RFSP, por su sigla en inglés) de Catholic Relief Services es tan importante. Con un subsidio de casi 40 millones de dólares del programa “Food for Peace” (Alimentos para la Paz) de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), RFSP ayudará a las comunidades de Sudán del Sur a recuperarse más rápidamente de las emergencias alimentarias y a crear resistencia a futuras crisis. Las comunidades aprenden a producir alimentos por sí mismas a través de la agricultura y la producción ganadera, y cómo anticiparse y hacer frente a cualquier amenaza potencial a su sistema alimentario. Esto no sólo le dará a la gente los alimentos que necesitan ahora para sobrevivir, sino que también les dará las herramientas que necesitan para construir un futuro sustentable para sí mismos.
“Ellos quieren ser capaces de criar a sus hijos, alimentarlos, educarlos, verlos avanzar en el futuro con dignidad y confianza”. —Jerry Farrell, representante de CRS en Sudán del Sur
Desarrollando a los jóvenes
El Salvador y Honduras
Dato relevante: El programa llegará a más de 20,000 jóvenes en 2020
(Audio en español, subtítulos y texto en inglés)
En Centroamérica, más de un millón de jóvenes entre 15 y 25 años no asisten a la escuela y están desempleados, muchos de ellos carecen de las habilidades básicas para entrar en el mercado laboral. Mientras tanto, Honduras y El Salvador se encuentran entre los cinco países con las tasas de asesinatos más altas del mundo. La escalada de la violencia está sofocando la inversión y el crecimiento económico, limitando aún más las oportunidades de empleo.
Creemos que los jóvenes, incluso en los barrios más pobres y conflictivos, tienen el poder de cambiar sus vidas y comunidades. El programa Jóvenes Constructores ayuda a jóvenes desempleados y fuera de la escuela de 16 a 24 años a volver a la escuela, conseguir un trabajo o comenzar su propio negocio. CRS está proporcionando capacitación a 20,000 jóvenes en Centroamérica, incluyendo habilidades para la vida, capacitación vocacional, iniciativa empresarial, grupos de ahorro y servicio comunitario en el tipo de ambiente positivo que los jóvenes necesitan para prosperar.
Subsidios de la Oficina de Asuntos Laborales Internacionales (ILAB, por su sigla en inglés) del Departamento de Trabajo ayudan a miles de jóvenes en riesgo en Honduras y El Salvador a desarrollar habilidades comercializables y asegurar el empleo, lo que hace que sean mucho menos propensos a ser víctimas de la violencia de pandillas y el trabajo infantil explotador.
“En países con uno de los mayores niveles de violencia de pandillas en el mundo, las oportunidades económicas para los jóvenes tienen una importancia vital”, dice Rick Jones, asesor técnico principal de Catholic Relief Services para América Latina y el Caribe. “Los Estados Unidos han llevado a cabo esfuerzos para proteger a los niños vulnerables y a sus familias en Honduras y El Salvador durante casi dos décadas. Necesitan nuestra ayuda para acceder a las oportunidades existentes en sus comunidades y así no verse obligados a emigrar a otros lugares para encontrarlas”.
“Hay jóvenes inscritos en el programa Jóvenes Constructores que luchan activamente por un futuro mejor. Retirar el proyecto ahora apagaría esa luz de inmediato”.
—Rick Jones
Alimentando cuerpos y mentes Mali
Dato relevante: Alrededor de 77,000 comidas se sirven a los estudiantes de Mali diariamente
Foto de Michael Stulman/CRS
La mayoría de los maestros le dirán que es difícil para los niños aprender si tienen hambre.
Con el apoyo continuo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés), CRS se asegura de que decenas de miles de niños en Mali reciban una comida en la escuela todos los días. Como parte del programa Alimentos para la Educación (FFE, por su sigla en inglés) de CRS lanzado en las regiones de Mopti y Koulikoro de Mali, los niños reciben un almuerzo, así como alimentos y medicamentos antiparasitarios para llevar a casa. Eso fomenta la matrícula escolar y aumenta la asistencia.
“Fue maravilloso ver tantas niñas en la escuela que visité en Takoutala”, dice el presidente de CRS, Sean Callahan, quien viajó a Mali para asistir al lanzamiento de la tercera fase de FFE. “Está comprobado que una educación para una niña no sólo aumenta la posibilidad de un mejor medio de vida, sino que también tiene un impacto en sus familias”.
“Una mujer educada comparte su conocimiento y se encarga de que estén bien alimentados y en buen estado de salud”. —Sean Callahan
Los programas de alimentación escolar como FFE no sólo alientan a los niños a matricularse en la escuela y asistir regularmente, sino que también proporcionan nutrientes esenciales, mejorando la capacidad de aprendizaje de los niños.
“Tenemos como objetivo que los comedores escolares sean autosuficientes en el momento en que esta fase termine en 2020 y esperamos trabajar con nuestros socios en los próximos años”, dice Niek de Goeij, representante de CRS en Mali. “Confiamos en que con la participación del gobierno y de la comunidad, los niños seguirán asistiendo a la escuela, estarán bien alimentados y prosperarán”.
Con hambre de dar algo a cambio
Laos
Dato relevante: CRS ha capacitado a más de 700 cocineros en preparación higiénica de alimentos
Foto de Jim Stipe/CRS
CRS ofrece programas críticos de nutrición y educación para niños en Laos a través del programa McGovern-Dole Alimentos para la Educación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
Más de 40,000 estudiantes que asisten a las escuelas primarias en las comunidades seleccionadas reciben un almuerzo caliente nutritivo y una mayor instrucción en alfabetización, así como acceso a instalaciones mejoradas de agua y saneamiento.
“Este proyecto no se trata sólo de almuerzos escolares. Se trata de mejorar los resultados educativos en algunas de las comunidades más pobres de Laos”, dice Bernie F. Chaves, representante del CRS en Laos. “El acceso a un almuerzo nutritivo ayudará a aumentar la matrícula y la asistencia a la escuela”.
Esta inversión en educación también incluye una amplia capacitación de maestros para mejorar la calidad de la educación que reciben los niños.
CRS también ayuda a mejorar el acceso a la educación de los niños con discapacidades. CRS cree que todos los niños tienen derecho a la educación y trabaja con el gobierno de Laos para aumentar el número de niños con discapacidades que pueden asistir a las escuelas. Obtenga más información sobre nuestro trabajo en Laos.
Adaptándose a la sequía y al cambio climático
Etiopía
Dato relevante: Más de 475,000 personas han sido alcanzadas por actividades de reducción de riesgos
Foto de Petterik Wiggers para CRS
Etiopía está sufriendo su peor sequía en 50 años. Hacer frente a los efectos de la sequía y el cambio climático se han convertido en desafíos diarios para millones de etíopes. La sequía prolongada, las precipitaciones erráticas y la degradación del suelo están planteando desafíos que han empujado a la gente al límite.
El proyecto Resiliencia a través de la Adaptación Mejorada, Acción-Aprendizaje y la Asociación (REAAP, por su sigla en inglés), es un programa de tres años dirigido por CRS y financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés). Ayuda a casi medio millón de personas a adaptar nuevas prácticas y tecnologías para mitigar el impacto devastador de la sequía y soportar mejor el cambio climático en las comunidades de seis distritos vulnerables en el estado de Oromia.
REAAP tiene como objetivo crear familias más fuertes ayudándoles a ser más seguros económicamente, comprar alimentos, pagar por la educación y soportar mejor el efecto del cambio climático, la sequía y la escasez de alimentos. Las comunidades aprenden a identificar y hacer frente a sus riesgos y desafíos —desde la degradación de la tierra y el suelo o la inestabilidad financiera hasta la falta de fuentes de agua o la mala nutrición. Ellos seleccionan actividades, crean un plan y trabajan juntos para implementar soluciones manejables, sustentables y de baja tecnología. Obtenga más información sobre REAAP (página en inglés).
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Autores: Rebekah Kates Lemke & Megan Gilbert