Crecer fuera de las pandillas

Por Lisa Beyl

El año 2009 fue uno difícil para Honduras, pero un gran año para Nelson. A pesar de la incertidumbre política, los toques de queda, las protestas a gran escala y la depresión económica, Nelson, de 17 años, cambió su vida con la ayuda de un proyecto ejecutado por CRS y Cáritas que proporciona capacitación y esperanza a jóvenes en riesgo.

Un joven alto, con un firme apretón de manos y una luz inconfundible en sus ojos, Nelson se había abandonado a sí mismo hace un año. Pasaba la mayor parte de su tiempo en las duras calles de su barrio, en el cual hay pandillas y abundan las drogas. “No veía futuro para mí. Creía que me iba a morir en las calles”, dijo “No esperaba nada de la vida. Me consideraba de las calles”.

Foto de Lisa Beyl/CRS

Foto de Lisa Beyl/CRS

Todo eso cambió cuando un primo lo animó a inscribirse en el proyecto “Jóvenes Constructores”, apoyado por CRS y Caritas. Este programa de formación intensiva, combina destrezas técnicas con el servicio a la comunidad, una pasantía, talleres de autoestima y educación básica en lectura y matemáticas, con el objetivo de ayudar a los jóvenes en riesgo a encontrar un empleo o iniciar sus propios negocios.

Los jóvenes hondureños construyen su futuro

Siguiendo el modelo de un programa similar con el mismo nombre, desarrollado originalmente en los Estados Unidos, este programa piloto regional pretende dar respuesta a la creciente inseguridad, la violencia juvenil y la presencia de pandillas en América Central. Según un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), América Central es una de las regiones donde no hay conflicto, con mayor inseguridad en el mundo y las tasas de homicidios en Honduras, El Salvador y Guatemala son el triple de la media de todo el mundo.

La pobreza, junto con bajos niveles educativos, opciones limitadas de jóvenes y familias que se desintegran, crean las condiciones para las pandillas y la presencia creciente de drogas en varios barrios pobres en Honduras. El trabajo estable es difícil de encontrar, sin embargo, muchos jóvenes abandonan la escuela debido a las necesidades económicas. El programa Jóvenes Constructores tiene por objeto proporcionar a los jóvenes marginados, la oportunidad de contribuir a sus comunidades de una manera significativa.

A pesar de que la sonrisa fácil de Nelson oculta los retos que enfrentó, creció en la pobreza en un barrio peligroso de Comayagua. Criado por una madre soltera con una educación de segundo grado que traía a casa apenas lo suficiente para alimentar a sus nueve hijos, abandonó la escuela para mantener a su familia. Sin embargo, la mayoría de días no había trabajo para un trabajador no calificado. Frustrado, se fue a la calle.

Cambios dramáticos

Aunque en un principio no creía que pudiera dejar la calle, con la ayuda de maestros dedicados y la calidez y el cuidado del personal de Cáritas, que se maravilló por el dramático cambio en su actitud y conducta, Nelson se destacó y se graduó entre los mejores de su clase. Brillante y trabajador, Nelson fue seleccionado para recibir un pequeño capital y capacitación adicional para iniciar su propio negocio, instalando superficies de concreto decorativo en las calles de su ciudad natal, actividad que tiene gran demanda debido a la renovación del centro colonial de la ciudad. Incluso, antes de su graduación, ya tenía trabajo como contratista.

Vestido con un saco y pantalones de vestir negros el día de su graduación, explica sus planes futuros.

“Gracias a CRS, sé que tengo talento, que soy inteligente y que puedo hacer algo con mi vida. Ahora, cuando pienso en mi futuro, estoy feliz. Antes, yo creía que la vida no valía la pena vivirla”, dijo, “pero ahora sé lo que quiero. Tengo sueños. Quiero desarrollar mi negocio para ayudar a mi madre y volver a la escuela para convertirme en un arquitecto. Nunca me imaginé mi futuro como yo lo veo ahora. Estoy feliz y agradecido”.

“Ahora tengo un futuro”

Diseñado a la medida para los adolescentes como Nelson, el proyecto enseña resolución de conflictos y transformación personal.

“El proyecto me salvó”, dijo. “Antes llevaba mi arma conmigo en todas partes y estaba enojado, pero ahora he cambiado. Ahora puedo evitar conflictos. Ahora tengo un futuro y no quiero perder lo que he logrado”.

Al regresar a la capital después de la graduación, reflexiono sobre el talento Nelson y el espíritu amable de Nelson y me siento gratificada por la oportunidad de ser parte de este proyecto. Fue a través de la tutoría y el amor de Cáritas Comayagua, socio de CRS, que Nelson fue capaz de desbloquear su enorme potencial y enfocar su energía abundante en realizar contribuciones positivas para su familia y su comunidad. Esos días en la calle parecen muy lejos para los jóvenes entusiastas y ambiciosos, quienes irradian confianza.

Lisa Beyl es una becaria del programa de desarrollo internacional y se encuentra en Tegucigalpa, Honduras.

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