Un artículo en el San Antonio Express -News [la semana del 7 de abril, 2014] llamó nuestra atención sobre una reciente encuesta en la cual uno de cada cuatro católicos expresaron que habían aumentado sus donaciones de caridad a los pobres este año. El informe continuó diciendo que, “De ellos, el 77 por ciento dijo que en parte era debido al Papa.”
El Papa Francisco, en su corto tiempo como líder de los 1,3 mil millones de católicos en el mundo, ha dado energía a su rebaño, así como a muchas otras personas de fe, incluso aquellos que no practican ninguna religión. Time, Rolling Stone y ahora Fortune todas han subrayado su increíble impacto a nivel mundial.
En su mensaje para la Cuaresma este año, el Papa Francisco pidió a todas las personas de buena voluntad, “…hacer frente a la pobreza de nuestros hermanos y hermanas, tocarla, hacerla nuestra y tomar medidas prácticas para aliviarla.”
Llegar a los pobres como parte de la práctica de la fe no es nada nuevo. Sin embargo, todas las generaciones de fieles necesitan oír el desafío de una manera nueva y con nuevo vigor. Después de haber trabajado con Catholic Relief Services por más de cinco anos, he tenido tanto el privilegio como el desafío de ver de cerca la pobreza más aguda en el mundo.
Recientemente, un colega mío regresó de un viaje a África donde visitó algunas de las aldeas más pobres del mundo donde el salario diario promedio rara vez supera un dólar. Habló de estar en una casa donde había dos niños en la mesa. Uno estaba comiendo y el otro solamente estaba mirando. Cuando se le preguntó por qué no estaba comiendo, el segundo niño dijo, “No es mi turno. Manaña puedo comer.”
Es difícil para los estadounidenses llegar a comprender tal necesidad. Comemos bien, a veces demasiado bien. La Cuaresma es un tiempo en que podemos pensar en otros que no lo hacen. Sin embargo, el desafío del Papa Francisco de hacer su pobreza nuestra me llama a más. Es por eso que estoy apoyando el Plato de Arroz de CRS y el programa “40 Cans for Lent” de Catholic Charities. Mi pequeño sacrificio hará una diferencia para las personas que sufren de hambre en todo el mundo y aquí en San Antonio.
A veces la pérdida de peso puede ser un subproducto de nuestros sacrificios de Cuaresma, cuando dejamos de comer el postre o comemos platillos sin carne. Tal vez este año el peso a perder está en nuestra cartera, mientras buscamos en nuestros bolsillos para dar a nuestros hermanos y hermanas a nivel mundial así como localmente, para que la bendición de los alimentos que damos por sentado pueda ser compartida por todos.
Reflexión por el Padre David García
El padre García es asesor principal de acercamiento con el clero para Catholic Relief Services (CRS), su oficina está en San Antonio, Texas. Además es el director de Old Spanish Missions y administrador de Mission Concepcion.