Incluso antes de que Mumuni Boya quedara embarazada, sabía que quería ser madre. Su sueño era una casa llena de niños, corriendo y jugando entre ellos. Mumuni sería por siempre feliz y realizada, pensó.
Sin embargo, su embarazo provocó una lucha que gradualmente empeoró hasta el final de su embarazo y más allá. Nunca imaginó que amenazaría su matrimonio y su vida.
“Mi tristeza estaba conmigo, pero no podía comunicarla”, explica Mumuni. En retrospectiva, se da cuenta de que se trataba de depresión—una condición que ocurre en todas las culturas del mundo.