Myrtha Vega
Oración a la Virgen de la Caridad del Cobre
Para Myrtha Vega, pintar es admirar la creación de Dios y sorprenderse con sus maravillas. Cada una de sus pinceladas es una oportunidad de ver la mano del Creador incluso en los detalles más pequeños del mundo natural, elevando así su espíritu a través del lienzo para plasmar su grandeza.
A sus 91 años, esta pintora cubana sigue creando. Su estudio en Atlanta, un refugio artístico durante décadas, rebosa con obras que reflejan no solo su incansable creatividad, sino también el regocijo al plasmar paisajes deslumbrantes sin una pizca de verde, el cual remplaza con la vibrante paleta de colores de su Cuba natal.
Oración a la Virgen de la Caridad del Cobre
Myrtha mostró su talento artístico desde niña, dibujando constantemente. Esta pasión la llevó a estudiar arquitectura en la Universidad de La Habana, donde se graduó en una generación con muy pocas mujeres.
Ya siendo arquitecta, se unió al movimiento de oposición política de su país, lo que más tarde la llevó al exilio. Desde entonces, Myrtha siente que "la mano de Dios" ha estado presente en su vida, guiándola y abriéndole puertas.
Al llegar a Estados Unidos en los años 60 y con solo 100 dólares en su bolsillo, Myrtha de inmediato comenzó a abrirse camino y, como hablaba bien inglés, en una semana encontró trabajo en una firma de arquitectos. Rechazó la ayuda del gobierno, prefiriendo construir su carrera con fe y esfuerzo.
Más tarde, obtuvo una beca en la Universidad de Michigan, donde realizó una maestría en paisajismo y conoció a su esposo, un hombre de gran fe con quien tuvo tres hijos. Myrtha nunca ha dejado de brillar, incluso en los momentos más difíciles, "la mano de Dios" siempre le ha ayudado a forjarse un camino.
“Si miramos cómo ha sido mi vida, no me queda más remedio que tener una fe increíble. Lo único que siento es alegría en el corazón de ver todo lo que Dios ha hecho en mi vida”, reflexiona.
A pesar de su exitosa carrera como arquitecta, la pasión por el arte siempre resonó en su interior. Mientras trabajaba en una firma de arquitectos, comenzó a tomar clases de pintura, encontrando su propio estilo al representar la obra del creador a través de paisajes.
Con el tiempo, decidió dejar la arquitectura y dedicarse de lleno al arte, convirtiéndose así en una talentosa pintora cubana en los Estados Unidos. La mayoría de sus obras han sido hechas al aire libre, intentando capturar la esencia de la naturaleza transformada por su imaginación y emociones, y reflejando el recuerdo de sus raíces cubanas.
En su obra más reciente, la pintora cubana Myrtha Vega se adentra en la representación de glaciares y icebergs, símbolos de la crisis climática actual que la conmueve profundamente. A través de estas pinturas, levanta su voz en defensa del planeta, dejando un legado para las futuras generaciones: "Yo me iré, los glaciares y los icebergs desaparecerán, pero mis cuadros quedarán", afirma, dejando una huella perdurable a través de su arte.