Por David Snyder
Katana Koya, al llegar a su hogar de la escuela, pone un pequeño taburete a la sombra de un árbol de mango y ayuda a su madre Jumwa a pelar guisantes para la cena familiar. Tienen una buena relación. Mientras trabajan juntos bajo el sol del atardecer en Kenia, son una muestra de tranquilidad, sin revelar ni una pista de las batallas que ambos han estado enfrentando: Katana por la oportunidad de educación y Jumwa por la vida misma.
Para Jumwa, esa batalla comenzó después de que su esposo Karisa muriera en 2002. Dos años más tarde, Jumwa se enfermó y finalmente decidió hacerse la prueba de VIH.
“Cuando fui a hacerme esa prueba de VIH, el resultado dio positivo”, dijo Jumwa. “Cuando me dieron un resultado positivo, no quería aceptarlo. Lo mantuve en secreto”.
Tiempos difíciles
Jumwa es el único sostén de la familia —obtiene un pequeño ingreso de trabajo informal y de vender algunas hortalizas de su huerta en el distrito Malindi en la parte costera de Kenia— y su enfermedad afectó muchísimo a su familia. Postrada en la cama durante la mayor parte de dos años consecutivos, no pudo ganar dinero para mantener a sus siete hijos, incluidos Katana, entonces de 11 años, y su hermana Mvera, de tan solo 7. La educación se convirtió en un lujo. Los costos básicos de la escuela, tales como uniformes y libros eran simplemente demasiado para la familia. Eventualmente, Katana y su hermana abandonaron la escuela.
“Se quedaban en casa porque no tenían uniformes, ni materiales escolares”, dijo Jumwa.
Luego, Catholic Relief Services (CRS) llegó con ayuda. Trabajando con la Diócesis de Malindi como parte del programa de Asistencia integrada para el sida, la población y la salud, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), CRS ayudó a proporcionar a la familia colchones, mosquiteros, un botiquín de cuidados en el hogar para Jumwa y algunas reparaciones básicas para el hogar. Los niños se reunieron con consejeros para que los ayudasen a manejar el estrés de perder a su padre y la enfermedad de su madre.
“Mediante el […] proyecto, mis hijos pudieron recibir consejos y apoyo”, dijo Jumwa. “Se enteraron que había personas que los cuidarían”.
Esperanza de un futuro mejor
Katana, ahora de 16 años, y su hermana menor también recibieron uniformes y útiles escolares. Ambos regresaron a la escuela. Katana llevó con él una nueva perspectiva de la vida.
“Para mí el impacto más grande ha sido mi educación”, dijo Katana. “Gracias a los materiales escolares que recibimos, tenemos esperanza. Había abandonado la escuela, pero ahora siento que hay esperanza de convertirme en una mejor persona en el futuro” .
Con sus hijos menores ahora de regreso en la escuela, su hogar renovado y con su salud devuelta gracias a los medicamentos anti-retrovirales que recibe del Centro de Salud Gede, una clínica vinculada con CRS a la que son remitidos los enfermos, Jumwa se siente que puede ser madre nuevamente. Mientras una vez ocultó su VIH, ahora es la presidenta de un grupo de apoyo que alienta a otras personas con VIH.
Y Katana ahora tiene sueños para el futuro.
“Aspiro a convertirme en médico para poder ayudar a mi madre y a la comunidad”, dijo Katana y añadió que al ayudarlo a regresar a la escuela, CRS hizo posible esos sueños.
“Estoy tratando de trabajar arduamente para poder continuar mi educación”, agregó. “Mi situación en casa no es una barrera siempre y cuando cuente con apoyo”.
David Snyder es fotógrafo independiente y ha viajado a más de 30 países para Catholic Relief Services.