Por David Snyder
A través de una fina nube de humo de cigarrillo, Andah y un pequeño grupo de vecinos se reúnen en su sala para discutir las noticias del día. Una fuerte lluvia con vientos cae sobre el techo de metal, añadiendo un fondo ruidoso a la charla acompañada de café y té. Es un día típico en la Indonesia rural. Y eso es exactamente la historia.
Durante muchos años después del tsunami que devastó la región de Aceh en Indonesia, días como este eran imposibles. Para cientos de miles de indonesios desplazados por el tsunami, los cuales perdieron sus casas por las fuertes olas, los años pasaban en el limbo de una lenta recuperación. Desde los primeros días en que recibieron ayuda por la emergencia, a los meses e incluso años que pasaron viviendo en tiendas de campaña, mientras que las organizaciones humanitarias y el Gobierno de Indonesia trabajaban en el mejor plan para la reconstrucción, los pobladores de Aceh han estado trabajando para recuperar la normalidad de sus vidas.
Para Andah, el jefe de la aldea de Pulo, aquellos días todavía están frescos en su memoria. Aunque la aldea de 70 casas fue completamente destruida por el tsunami, Andah y sus vecinos tuvieron suerte. Inmediatamente después del terremoto, y minutos antes del tsunami, fueron evacuados fuera de la costa por una unidad militar cercana. Solo una persona de la aldea murió; un número pequeño comparado con el precio que pagaron muchos ese día en Aceh, donde más de 160.000 personas perdieron sus vidas.
Las semanas que siguieron estuvieron cargadas de confusión, desesperación y la solidaridad de los indonesios que dieron todo lo que les era posible a los sobrevivientes del tsunami. Fue entonces que todo el peso de las donaciones de todo el mundo comenzaron a llegar en forma de ayuda de organizaciones humanitarias como Catholic Relief Services (CRS). La agencia respondió rápidamente en Indonesia y en toda la región.
“Alrededor de un mes después del maremoto, CRS comenzó a ofrecer ayuda”, recordó Andah. “Recibimos arroz, utensilios de cocina y ropa”.
Tiendas de campaña fueron el siguiente paso, y después materiales de construcción para refugios temporales hechos con madera y metal. Hogares permanentes pronto comenzaron a construirse —3.980 se construirán en Aceh—, un proceso en el cual CRS fue y sigue siendo cauteloso de incluir las aportaciones de los propios beneficiarios. A medida que las casas iban tomando forma, Andah afirma que él y sus vecinos de la aldea estaban ansiosos por ayudar.
“La comunidad vino a monitorear, y en ocasiones trabajamos en las casas y proporcionamos mano de obra a los contratistas “, dijo Andah.
Mejoras para el hogar
En el transcurso de un año, todas las 70 casas de Pulo fueron reconstruidas en un lugar más alejado de la costa que la aldea original. CRS construyó caminos para el nuevo sitio, e incluyó tanto la electricidad como acceso al agua para los 334 miembros de la comunidad; servicios que muchos no tenían en la aldea anterior.
“El agua es mucho mejor ahora”, explicó Andah. “En nuestras casas anteriores teníamos que usar una cubeta para sacar agua de un pozo poco profundo. Ahora tenemos agua… que podemos beber”.
Como jefe de la aldea, re-electo por los pobladores de Pulo cada cuatro años desde que asumió el trabajo en los ochenta, Andah conoce a la gente de Pulo mejor que nadie. Las cosas siguen siendo difíciles, dijo. Antes, la mayoría de los pobladores eran pescadores, ahora la gran mayoría se dedica a la agricultura, ya que la nueva ubicación de la aldea esta a más de un kilómetro tierra adentro. El trabajo es a menudo difícil de conseguir, y la mayoría vive solo de lo que obtienen de la venta de verduras y frutas. Mientras que él está sentado en la sala, su pequeña hija juega con las apiladas bolsas de arroz, proporcionadas por el gobierno para la gente de Pulo que no pueden cubrir sus necesidades en esta temporada.
Pero estos desafíos, aunque reales, no son nuevos para el pueblo de Aceh. Aunque la vida es dura, la tranquilidad de los días posteriores al tsunami ha dado paso al ciclo normal de la vida rural. Mirando a su hija, Andah da su opinión sobre Aceh en la actualidad.
“Cuando llegue el momento, vamos a explicarle a la próxima generación lo que pasó”, dijo. “Ya hemos dejado de hablar del tsunami”.
David Snyder es fotógrafo independiente y ha viajado a más de 30 países para Catholic Relief Services.