La Semana Santa es una de las conmemoraciones anuales más importantes de la Iglesia Católica por ser el período litúrgico en el que recordamos los últimos días de Cristo en la tierra. Esta temporada, conocida también como la Gran Semana o Semana Mayor, inicia el Domingo de Ramos, día que representa la entrada de Cristo a Jerusalén, y culmina el Domingo de Pascua con el gran festejo de la Resurrección.
La Semana Santa es, a su vez, la culminación de la Cuaresma, un periodo de 40 días de preparación para la Pascua (Resurrección), que inicia con el Miércoles de Ceniza y culmina al atardecer del Jueves Santo. Los 40 días representan la duración del ayuno de Jesús en el desierto y el tiempo en el que los israelitas vivieron en el desierto antes de encontrar la tierra prometida.
La Cuaresma se conmemora entre los meses de marzo y abril y constituye un tiempo de arrepentimiento y renovación espiritual durante el cual buscamos al Señor en oración y reafirmamos nuestra fe, a través de diversos rituales y símbolos alusivos a su Pasión, Muerte y Resurrección.
A continuación, presentamos el significado de algunos de los símbolos más representativos de este importante periodo litúrgico.
El pescado
Era uno de los alimentos principales de la época de Jesús, quien utilizó la pesca para explicar algunas de sus enseñanzas y milagros. De esta forma, el pez es un símbolo que fue adoptado por los cristianos para representar a Jesucristo y para identificar a los fieles al Señor entre los paganos según expone el portal Catholic.net.
Los ramos de olivo y ramos de palma
Cuando Jesús llegó a Jerusalén, la gente agitaba palmas y ramos de hojas en sus manos para expresar su alegría (Domingo de Ramos). El Papa Benedicto XVI dijo en una de sus homilías de Domingo de Ramos que las ramas de olivo simbolizan la paz mesiánica y los ramos de palma son signo del martirio y don de la vida de Dios.
Lavado de pies
Antes de morir, Jesús le lavó los pies a los apóstoles para demostrarles que debemos tener un espíritu humilde para servir a los demás. Así pues, el lavado de pies es un ritual que simboliza nuestro deber de servirle al prójimo con amor, sin interés y sin juzgar.
Cenizas
En las cenizas se muestra la mortalidad de los hombres y la efímera fragilidad de la vida humana que se desvanece igual a las cenizas. Con el Miércoles de Ceniza inicia la Cuaresma por lo que la Iglesia acostumbra a dibujar una cruz con ceniza en la frente de los feligreses, representando así el origen y el fin del ser humano: “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gn 2,7); “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19).
El pan y el vino
Estos dos elementos son parte esencial en el ritual de la Eucaristía y representan los alimentos principales que ofreció Jesús a sus discípulos en la Última Cena. El pan simboliza el cuerpo de Cristo, mientras que el vino alude a la sangre de nuestro Salvador (Lucas 22:19-21).
El conejo y los huevos de Pascua
Hay muchas versiones al respecto, pero según el portal católico aciprensa.com, en la Edad Media, el huevo era considerado “símbolo de la Resurrección de Jesús.” Cuando llegaba la Pascua, se consideraba un objeto muy preciado y lo pintaban de colores. El mismo portal expone que el conejo se relacionaba con la Pascua y al buen camino del cristiano, pues asociaban las patas traseras de este animal con la agilidad para ir hacia arriba o hacia la resurrección.
La cruz
Es el principal símbolo de la fe de la Iglesia Católica ya que fue el lugar donde murió Jesús. Representa a su vez la humillación y la muerte, así como un gran símbolo de esperanza, salvación y gloria.
La corona de espinas
Las espinas significan el pecado de los hombres en la tierra. La corona de espinas entonces simboliza el sacrificio de Jesús para salvarnos de nuestros pecados.
El color púrpura
En la Iglesia Católica, los colores tienen su significado. El morado significa la penitencia y preparación espiritual de la Cuaresma. Simboliza además la dignidad y es también un recordatorio para enfrentar nuestros propios pecados.
Otro detalle que conviene recordar es que los días específicos de celebración de la Cuaresma y la Semana Santa cambian cada año debido a que el Año Litúrgico se ajusta a las variaciones del ciclo lunar, que es una forma de calcular el paso del tiempo según los ciclos de la luna, muy distinto al calendario regular o gregoriano.
Pero lo más importante es entender que ambas conmemoraciones nos brindan una oportunidad grandiosa para renovar nuestra fe, a través de la oración y la penitencia, y para aprender a amar como Cristo, a través de la caridad como lo dice el Papa Francisco: “tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados” (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 193).