Es hora de cocinar y Julia Tumax pone a calentar la sartén en su plancha de leña para comenzar a preparar los alimentos de su familia. Saca los huevos de una canasta, quiebra sus cáscaras y los vacía en la sartén con tomates, chiles y cebolla. El menú de hoy son huevos revueltos y tortilla, uno de los platos favoritos de sus cinco hijos, que antes no podían saborear a menudo.
“Casi no comíamos huevos. Me gustan mucho los que mi mamá cocina para mí y mis hermanos. Los huevos se los dan en la escuela a la que yo voy”, dice Ángel, el hermano mayor de la familia Cac Tumax.
Ángel y su familia viven en una pequeña casa de la Aldea Chuacorral II, cerca de Santa María Chiquimula, población ubicada en el altiplano occidental de Guatemala, un país donde más de 400 mil personas aún enfrentan grandes dificultades para tener seguridad alimentaria. Los ingresos que gana la familia son pocos y provienen de la venta de tejidos tradicionales que hacen en su hogar.
Por eso, la comida siempre había sido escasa y esto afectó la salud de Ángel, quien desde que era un bebé ha enfrentado problemas de desnutrición. Los recursos con los que la familia cuenta no le permitieron a Julia alimentarse apropiadamente durante el embarazo y la lactancia y esto tuvo consecuencia en el desarrollo de su hijo.
Afortunadamente, ella y otras familias de su comunidad han logrado mejorar su nutrición, gracias a la buena porción de huevos y otros alimentos básicos que reciben a través del Programa Internacional Alimentos para la Educación y Nutrición Infantil McGovern Dole y su proyecto “Aprendizaje para la Vida”, desarrollado por Catholic Relief Services (CRS) con apoyo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).
Previniendo la desnutrición desde el vientre materno
Con la entrega de “estos pequeños tesoros”, como se les conoce a los huevos en la aldea de la familia Cac Tumax, se está rompiendo el círculo de la desnutrición infantil, porque son una importante fuente de proteína para el crecimiento. Sus yemas tienen una combinación de grasas que ayudan a subir de peso a quienes sufren de este déficit nutricional.
Con la entrega de “estos pequeños tesoros”, como se les conoce a los huevos en la aldea de la familia Cac Tumax, se está rompiendo el círculo de la desnutrición infantil.
Los huevos que recibe Julia en la escuela de sus hijos le permitieron alimentarse bien durante su último embarazo, el de su pequeña Cecilia Julisa, una bebé de seis meses que crece saludablemente porque su mamá le ha brindado los nutrientes que necesita desde que estaba en estado de gestación.
“Cuando nació mi primer hijo (Ángel), él no subía de peso, pero con esta nena si estoy viendo que está avanzando más”, comenta Julia comparando su experiencia en el proceso de alimentación de sus hijos.
Gracias a la ingesta de huevo, Julia también consume los nutrientes suficientes para generar leche materna y amamantar a su bebé, algo fundamental para verla crecer y desarrollarse saludablemente.
“Yo debo comer bien porque mi nena va creciendo y avanzando con su peso. Cuando voy al puesto de salud me dicen que mi bebé está bien porque yo consumo huevo, expresa Julia.
Combatiendo el hambre en la escuela
Para ella y muchas otras familias de su comunidad, el programa Aprendizaje para la Vida ha marcado una gran diferencia, porque sus ingresos familiares no les permiten acceder a suficientes alimentos para tener una buena nutrición en casa, menos ahora que el precio de la comida ha incrementado tanto debido a la inflación y a la crisis económica que dejó la pandemia del COVID-19.
Aprendizaje para la Vida trabaja con 415 escuelas rurales del departamento de Totonicapán, Guatemala, para mejorar los estándares de educación, especialmente en la enseñanza de la lecto-escritura bilingüe español-K’iché, esta última una de las principales lenguas de las comunidades indígenas del país.
Así mismo, el programa se enfoca en combatir el hambre y la desnutrición desde las escuelas que apoya, a través de la distribución de alimentos nutritivos a las familias de sus estudiantes. Al mejorar la nutrición, el desempeño escolar también mejora y los niños logran desarrollar todo su potencial en las aulas.
Es precisamente el apoyo para el bienestar de sus hijos, lo que más aprecia la familia Cac Tumax, porque su sueño es que ellos crezcan y se eduquen para que tengan un futuro con oportunidades: “Lo que quiero yo, si Dios me da vida, es ver a mis hijos que van aprendiendo más. Verlos llegar a ser un arquitecto, un licenciado, eso es lo que tanto quiero”, dice Julia con entusiasmo.
Llegó la hora de pasar a la mesa, Julia ya ha terminado de preparar el almuerzo: los huevos y tortillas que tanto les gustan a sus niños. Todos se sientan y empiezan rezar. Agradecen juntos los alimentos recibidos, los mismos que están haciendo posible que el hambre no toque más a su puerta y que la familia Cac Tumax pueda prosperar.